Tras el verano, es frecuente que aparezcan las manchas o hiperpigmentaciones faciales.
El mejor tratamiento es la prevención, evitando la exposición solar excesiva y utilizando un fotoprotector solar adecuado durante todo el año.
¿Por qué aparecen las manchas en la piel?
Las manchas en la piel aparecen por una distribución irregular de la melanina.
Este es el pigmento que protege a los queratinocitos de la radiación ultravioleta del sol, por eso se intensifican en verano.
Una vez que aparecen, es conveniente consultar al dermatólogo qué tipo de mancha es, puesto que tendrán distinto tratamiento y evolución.
¿Cuáles son las más importantes?
Las discromías melánicas faciales adquiridas con hiperpigmentación más importantes desde el punto de vista estético son:
Efélides o pecas
Las efélides o pecas que son manchas de color marrón claro, de 2-4 mm, de bordes bien delimitados.
Se transmiten genéticamente y son mucho más frecuentes en personas de piel clara, pelirrojos y rubios (fototipos I y II). Suelen aparecer en la infancia asociados a exposición solar intensa o quemaduras, y tienen tendencia a regresar en invierno y con el paso de los años.
Es característico que las lesiones aumenten su pigmentación y número con la exposición solar, lo que permite diferenciarlas de los lentigos. No tienen tratamiento, aunque el uso de fotoprotectores, al evitar la hiperpigmentación, las hace menos evidentes.
Lentigos solares
Los lentigos solares también son manchas de color marrón, de 5-15 mm de diámetro (o incluso mayores) y bordes bien delimitados. Aparecen sobre todo en fototipos claros, pero también en los oscuros.
Se presentan a partir de los 20-30 años, y se asocian a exposición solar crónica, por lo que se suelen acompañar de otros signos de fotoenvejecimiento. Pueden oscurecerse en verano, pero no aclaran en invierno y persisten de por vida.
Los tratamientos tópicos con despigmentantes o peelings químicos pueden conseguir una mejoría parcial. Otras opciones terapéuticas son la crioterapia, luz pulsada y láseres específicos de pigmento.
Melasma
El melasma, también denominado cloasma, se presenta en forma de pigmentación difusa de color marrón claro, de bordes mal delimitados, localizada de forma simétrica y habitualmente en la zona centrofacial (frente, nariz, labio superior y mentón), malar o mandibular.
Suele aparecer en el inicio de la edad adulta, es más frecuente en las mujeres (90% de los casos) y, de forma característica, aumenta su pigmentación con la exposición solar. Puede ser idiopático (influido por predisposición genética) o asociarse con factores hormonales (la toma de anovulatorios o el embarazo), pero la supresión de estos factores no siempre se acompaña de su desaparición. Además de un aumento de melanina, en el melasma se ha observado un aumento en la vascularización de la piel y un aumento de expresión de factores angiogénicos en la epidermis.
El tratamiento consiste en evitar que aparezca o se intensifique su pigmentación usando fotoprotectores, y en procurar despigmentarlo. Si el pigmento se localiza en la superficie (epidermis), se pueden utilizar tratamientos tópicos como la combinación de un retinoide tópico, corticoide e hidroquinona, durante 2 a 6 meses. Otros despigmentantes son el ácido kójico, glicólico y azelaico. También se pueden utilizar peelings químicos que combinen alfa o betahidroxiácidos asociados a sustancias despigmentantes o tratamiento con láseres específicos como 1540-1550nm, con resultados variables.
En los últimos años se ha comenzado a utilizar el ácido tranexámico tanto en preparados tópicos como por vía oral. Es un fármaco comúnmente empleado como agente hemostático, para evitar hemorragias en distintas situaciones como extracciones dentales en pacientes con hemofilia o situaciones de hiperfibrinólisis. Los efectos secundarios del ácido tranexámico son poco frecuentes e incluyen reacciones alérgicas, formación de trombosis en personas predispuestas, dolor abdominal o migraña.
Hipercromías postinflamatorias
Las hipercromías postinflamatorias aparecen tras la curación de heridas de origen traumático y de determinadas dermatosis inflamatorias como el liquen plano, el acné o la la dermatitis de berloque, que se debe a la exposición solar de fotosensibilizantes contenidos en determinados perfumes (aceite de bergamota) y que deja una característica pigmentación en “goterones”.
Son más frecuentes en personas con piel oscura o fototipo alto. Al igual que en el melasma, el tratamiento combinado con un retinoide tópico, corticoide e hidroquinona puede ser más eficaz que la monoterapia. Otras opciones son el ácido azelaico y los alfahidroxiácidos tópicos, Si el pigmento es dérmico, pueden utilizarse algunos tipos de láser como Nd:YAG y alejandrita con resultados variables.
La importancia de distinguir las hiperpigmentaciones y manchas faciales de otros problemas
Es muy importante distinguir estos tipos de hiperpigmentaciones de las neoplasias melanociticas (nevos y melanomas), antes de efectuar ningún tratamiento. En ocasiones, es necesario recurrir a una biopsia cutánea para confirmar el diagnóstico clínico de sospecha.
Si tienes alguna duda al respecto, lo mejor es que acudas a un dermatólogo para que examine tu caso. Así evitarás problemas con tus manchas faciales.
Para más información, pueden consultar:
- Vashi NA, Kundu RV. Facial hyperpigmentation: causes and treatment. Br J Dermatol 2013;169 Suppl 3:41-56.